

HOLA, SOY KATI
Y te voy a contar la historia de cómo descubrí mi propósito en la vida, y cómo un camino que al principio parecía incierto, se transformó en una travesía llena de aprendizajes y experiencias invaluables. Desde mis primeros pasos en el mundo de las artes y la comunicación en Venezuela, hasta mi aventura en Viena, donde cada desafío me llevó a descubrir nuevas pasiones y habilidades. Lo que comenzó como un viaje lleno de incertidumbre se convirtió en una historia de crecimiento personal y profesional, marcada por encuentros inesperados, decisiones valientes, y la determinación de seguir adelante, siempre con la creatividad y la comunicación como mis brújulas.
Raíces Venezolanas: El Inicio de Mi Amor por el Arte
No era el lugar, ni la gente era yo
Nací en Mérida, Venezuela, pero mis raíces no se quedaron allí. Mi familia se mudó al noreste del país cuando yo era muy pequeña, a una ciudad costera llamada Cumaná. Aunque Mérida y Cumaná compartían la misma bandera, sus culturas eran mundos aparte. Crecer entre la calidez de la cultura andina y la vibrante energía del oriente venezolano me dio una perspectiva única desde muy temprana edad. Aprendí a apreciar la diversidad y a encontrar enfoques creativos para cualquier situación, un rasgo que me ha acompañado durante toda mi vida. Desde niña, siempre estuve rodeada de arte. Mi amor por el dibujo y las letras se manifestó muy pronto. Recuerdo que en la escuela, mis compañeros me compraban mis dibujos, ¡y yo estaba encantada! Ese fue el inicio de mi amor por las artes gráficas. A las reinas de carnaval les diseñaba los carteles, y como agradecimiento, me invitaban a helados o a una chicha en la salida del colegio. Sin darme cuenta, esos pequeños actos de creatividad y emprendimiento infantil estaban sentando las bases de mi futuro. Explorando la Comunicación: De Puerto la Cruz a Caracas A medida que crecía, mi curiosidad y valentía me llevaron a dejar Cumaná para estudiar Comunicación Social en Puerto la Cruz, una ciudad vecina. Ahí, comencé a sumergirme en el fascinante mundo de la comunicación. Mi primera experiencia fue en Unión Radio, un circuito radial de alcance nacional. Empecé como asistente de producción, sin cobrar un centavo, pero la experiencia y el aprendizaje eran invaluables. Conocí a personas que, además de enseñarme sobre el funcionamiento de los medios, me abrieron puertas para trabajar en la prensa local. Siempre he sido una persona que busca más, y mi sed de conocimiento me llevó a mudarme a Caracas para terminar mi carrera. Fue en esa ciudad donde encontré mi verdadero llamado: el mundo audiovisual. Trabajé en una startup que creaba vídeos para empresas y ofrecía cursos para enseñar a otros a hacer lo mismo. Rodeada de un equipo increíble que pronto se convirtió en mi segunda familia, adquirí las bases de un negocio que combina creatividad y tecnología. Al mismo tiempo, me sumergí en el diseño gráfico, una hermosa profesión que me enseñó a creer y crear. De Venezuela a Viena: El Desafío de Empezar de Nuevo Después de graduarme, la situación en Caracas comenzó a pesarme. La inseguridad y la inestabilidad del país me llevaron a buscar un nuevo camino. Decidí regresar a Puerto la Cruz y, durante ese periodo de reflexión, me atreví a emprender mi propio negocio de diseño de impresión. Comencé diseñando papelería para empresas y logotipos, y con el tiempo, desarrollé branding completo para PYMES. Este emprendimiento me dio la confianza y las habilidades necesarias para soñar en grande. La oportunidad de expandir mis horizontes llegó cuando mi padre, que había viajado por el mundo para formarse y trabajar en lo que le apasionaba, estaba en Viena, Austria. Tenía muchos amigos allí, a quienes había conocido en sus viajes por Asia. Le conté que no me sentía bien en Venezuela y que quería explorar nuevas posibilidades en otro país. Mi padre habló con sus amigos en Austria, y juntos me ayudaron a encontrar la manera de mudarme a Viena y aprender alemán, pero eso es otra historia
En Viena entendí que mi pasión era lo que siempre terminaba haciendo
Tuve que trabajar en tantas cosas, que eso me hizo amar cada vez más el diseño
Llegar a Viena fue como aterrizar en otro universo. No era solo un país diferente, sino un mundo completamente nuevo. Todo me resultaba extraño, desde lo más básico, como el olor en el aire, hasta lo más complejo, como el idioma. El reto era monumental, especialmente porque no contaba con muchos recursos para mantenerme en ese país por mucho tiempo. Sin embargo, confiaba en mí y en las habilidades que había desarrollado a lo largo de mi vida. Aprender alemán fue una de las tareas más difíciles que enfrenté, pero sabía que era esencial para poder quedarme en Viena. Lo que inicialmente pensé que sería un año se transformó en un compromiso a largo plazo. Los primeros trabajos que conseguí estaban muy alejados de mi experiencia en diseño y comunicación. Trabajé como camarera, dependienta de tienda, cuidadora de niños, profesora de español, e incluso paseadora de perros. Estos trabajos fueron mucho más difíciles para mí que sentarme a diseñar o a trabajar en un proyecto creativo, pero sabía que debía sobrevivir y que, con el tiempo, las puertas se abrirían. En medio de estos desafíos, conocí a un chico que estaba comenzando su propio emprendimiento importando café especial a Viena. Él aportaba el producto directamente desde sus cafetales familiares, lo que le daba un valor único y auténtico. Vi una oportunidad y le propuse que nos asociáramos: yo me encargaría de todo el desarrollo e identidad de la marca. Para hacerlo de la mejor manera, decidí estudiar un Máster en Marketing y Gestión Comercial. El proyecto del café se convirtió en mi proyecto de fin de máster, lo que me permitió aprender de manera directa cómo desarrollar una marca y comercializarla. Fue una experiencia enriquecedora que consolidó mis conocimientos y me enseñó el valor del branding y la estrategia comercial. Años después, aunque el proyecto del café había sido un éxito, decidí separarme para aprovechar una oportunidad única: unirme a la firma internacional NIKE. Sabía que trabajar allí sería una oportunidad de aprender de los mejores, y mi objetivo era claro: crecer. En NIKE, me formé como Manager de equipo, y tuve la libertad de improvisar e implementar mis propias ideas, todo mientras trabajaba junto a profesionales de primer nivel. Allí, comprendí a fondo todas las áreas que componen un negocio y la importancia crucial de la comunicación en cada una de ellas. Estos diez años en Viena no solo me desafiaron, sino que también me transformaron. Con cada experiencia, fui desarrollando nuevas habilidades y reforzando mi determinación. Con el tiempo, la ciudad que al principio me parecía tan ajena, se convirtió en el escenario de mi crecimiento personal y profesional.
Un Encuentro Místico en Hawaii: Redescubriendo mi razón de ser
Aprendí que sólo se comienza de cero cuando nacemos
En 2018, tras mi salida de Nike, me encontré en un estado emocional que podría describir como peor que un despecho amoroso. Había invertido tanto esfuerzo y pasión en esa etapa de mi vida que, al terminar, me sentía desorientada y perdida. Sabía que necesitaba un cambio drástico, así que decidí seguir mi intuición y viajar a Hawaii, un lugar al que siempre había querido ir. En Hawaii me esperaba Richard, un gran amigo y una persona que vivía la vida de una manera totalmente opuesta a la que yo estaba acostumbrada. Richard es relajado, desprendido y se deja llevar por el momento, justo lo que necesitaba después de años de presión y competitividad. Estar con él me ayudó a desconectar y a encontrar algo de paz. Durante mi estancia, conocí a Song, un señor coreano de unos 50 años que me pareció una persona diferente, con un aire místico que me intrigó desde el principio. Richard y yo siempre fantaseábamos sobre cuál sería el verdadero trabajo de Song, especulando que podría ser un agente secreto coreano disfrazado de hippie para disimular. El día que conocí a Song, me preguntó de dónde era. Le dije que de Venezuela, y para mi sorpresa, sacó una cuchara de madera del bolsillo con la palabra "Venezuela" tallada en ella. Me contó que la había comprado en Caracas hace unos meses, y no pude evitar preguntarme: ¿Por qué llevaba una cuchara en el bolsillo de la camisa? A medida que conversábamos, Song me preguntó cuánto tardé en avión desde Venezuela, y cuando le conté que venía de Viena, abrió sus ojos achinados y me dijo: "He estado en Viena hace muy poco, mira" —y sacó un llavero destapador que decía "Viena". Me quedé atónita, sintiendo que de alguna manera estábamos conectados, y sentí que Song tenía un mensaje importante para mí. Song me dijo que, con solo conocer mi fecha de nacimiento, podía entender mucho sobre mí porque eso le permitiría descubrir mi arquetipo humano. Curiosa, le pedí que lo hiciera, y él aceptó, pero me propuso discutirlo durante un paseo por la naturaleza. Al día siguiente, Richard y yo nos levantamos muy temprano para presenciar el amanecer en el punto más al este del mundo, el primer lugar donde sale el sol. Por unos minutos, sentimos que estábamos solos en el futuro. Mientras contemplábamos el amanecer, le conté a Richard sobre lo que Song había dicho, y él sugirió que fuéramos a visitar unas cataratas para hacer el paseo. Por la tarde, nos reunimos con Song y comenzamos nuestra caminata por la selva de Hilo, en la Isla Grande de Hawaii. A medida que avanzábamos, Song comenzó a hablar sobre mi arquetipo. Me dijo que estaba impresionado y que mi arquetipo era "la superviviente." Me explicó que, sin importar las circunstancias, las probabilidades o la oposición, los supervivientes siempre logran salir adelante. Me habló de cómo los supervivientes se frustran al ver que otros aceptan su destino o se conforman con menos de lo que podrían lograr. Finalmente, Song me tomó de las manos, me miró a los ojos y me dijo: "No tengas miedo, hagas lo que hagas en tu vida, todo va a salir bien, porque eres una superviviente." Ese momento me llenó de una profunda tranquilidad. Entendí que, aunque mi camino estuviera lleno de desafíos, tenía la fuerza y la resiliencia para superarlos y seguir adelante. De Viena a Madrid: Un Nuevo Comienzo No sé si lo que Song me dijo era verdad o no, pero en ese momento, necesitaba aferrarme a algo, y decidí creer en mí misma. Al regresar a Viena, sentí que era hora de hacer un cambio. Sabía que necesitaba moverme, buscar un nuevo lugar para continuar mi camino. Pensé en Berlín o en algún otro país, pero una voz dentro de mí me decía insistentemente: "Vete a España, vete a España". Y, sin saber muy bien por qué, decidí hacerle caso a esa voz. Así que empaqué mis cosas y me dirigí a España. Desde el momento en que llegué, sentí que había tomado la decisión correcta. España me recibió con los brazos abiertos, y encontré en Madrid un lugar donde podía reinventarme y seguir creciendo. Aquí, pude conectar con personas que compartían mi visión, y con el tiempo, fui construyendo una nueva vida, una que me permitió seguir desarrollando mi pasión por la comunicación, el diseño, y la creación de contenido. Madrid se convirtió en el escenario perfecto para esta nueva etapa. Las experiencias y aprendizajes que había acumulado a lo largo de mi vida, desde mis inicios en Venezuela hasta mis años en Viena, cobraron sentido en este nuevo entorno. Aquí, mi propósito se fue aclarando aún más, y entendí que cada paso, cada desafío, me había preparado para este momento. En Madrid, no solo encontré un lugar donde vivir, sino un lugar donde realmente podía florecer. Rodeada de una cultura vibrante y una comunidad creativa, mi espíritu se sintió revitalizado. Y, lo más importante, pude seguir creyendo en mí misma, sabiendo que, como Song había dicho, todo iba a salir bien, porque soy una superviviente.
Desempolvando mi esencia para lograr mi propósito
La niña que sigue vendiendo dibujos
Cuando llegué a Madrid, venía con cierta ventaja: mi familia ya estaba establecida aquí, lo que hizo que la transición fuera un poco más fácil. Sin embargo, al principio extrañaba Viena, esa santa paz que reinaba en la ciudad donde el silencio era parte de su identidad. Madrid, en cambio, es ruido, energía, movimiento constante. Fue un contraste abrumador, pero también una oportunidad para redescubrirme en un entorno nuevo y vibrante. Sabía que necesitaba trabajar, así que después de estudiar varias ofertas, acepté una posición en una de las Big Four. Comencé mi camino en EY, donde pude entender el mundo de la consultoría y familiarizarme con el mercado español. Este trabajo me sumergió en un mar de nuevas herramientas y conocimientos multidisciplinares que enriquecieron mis habilidades de maneras que siempre había buscado. Madrid, con su ritmo vertiginoso y su energía inagotable, me dio el impulso necesario para desplegar todo mi potencial. Mi primer proyecto en España fue con Clínica Ávila, una clínica dental familiar donde di mis primeros pasos en el mercado español. Allí, desarrollé proyectos en mis cuatro áreas fundamentales: gestión de contenido, creatividad, digitalización, y asesoría. Ese fue el inicio de una serie de colaboraciones con pequeñas empresas y marcas personales que confiaron en mí para impulsar sus proyectos. Durante este tiempo, aprendí a trabajar en equipo con mis clientes, formando un compromiso conjunto para crear piezas únicas que les ayudaran a destacarse en su sector y a contar sus historias desde su propia esencia. Este proceso me ha hecho reconectar con esa niña que vendía dibujos en el colegio a cambio de chicha y helados, esa niña que, con sus dibujos, hacía feliz a otras personas y llenaba de color los cuadernos y habitaciones de quienes, sin saberlo, comenzaron a creer en mí y me ayudaron a creer en mí misma. A todos los que han sido parte de este camino, mis más sinceras gracias. Cada paso que he dado ha sido un reflejo de esa esencia que nunca se ha perdido, solo se ha transformado y fortalecido a lo largo de los años.
¿Ahora que viene?
Ahora quiero seguir aprendiendo, creando contenido para todos lo que quieran mostrar su razón de ser
